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21/1/13

Un verdadero ejemplo de vida



Fernando Calisaya tiene 25 años, padece síndrome de Down y es un destacado taekwondista salteño que mediante la práctica de dicho deporte logra la superación diaria.



Fernando Calisaya nació hace 25 años, un 31 de diciembre, cuando todos se preparaban para celebrar un nuevo año. Ese día, ante la expectativa familiar, Fernando vino al mundo con síndrome de Down.

 Y así recuerdan sus padres esa fecha, mientras miran y sonríen orgullosos de Fernando, destacado deportista en taekwondo.

 “Fue un gran golpe al corazón y a la razón porque mi hijo no sería como los demás. Venía con algo diferente y eso opacaba esa ilusión de los padres de tener un hijo perfecto, bello, sano e inteligente”, explica el padre, José Calisaya, al recordar ese día.

 Teresa Albornoz, de 43 años y ama de casa, y José, de 45, empleado temporario del Tabacal, se enfrentaron entonces, con solo 18 y 20 años, al desafío de ser padres de un niño especial en Orán, donde no existía la posibilidad de un centro de estimulación ni los recursos económicos para viajar a la capital para un tratamiento mejor.

 “Dicen que cuando nace un hijo nos cambia la vida. Cierto, pero cuando ese hijo nace con una discapacidad es la vida la que lo cambia a uno”, asegura José.

 Después de cinco años el matrimonio se animó a tener más hijos y nacieron Dalma (20) y Aracely (17).

 Mientras tanto, Fernando con casi 4 años ingresó a la escuela especial “Delia Taranto de Cosso”, y allí fue hasta los 14, donde egresó y quedó fuera del sistema educativo.

 En la búsqueda de insertarlo socialmente, los Calisaya se contactaron con el profesor de taekwondo Miguel Burgos, quien aceptó el desafío de enseñarle esta disciplina.

 Todos los días José salía del trabajo a las 21 y lo llevaba al club a entrenar, lo esperaba por dos horas y descubrió que este deporte era su pasión y que lo relacionaba con el mundo.

 La energía que le puso Fernando y su familia, permitieron que haya alcanzado el cinturón negro, presea muy anhelada por muchos en este deporte. Según los profesores es el único joven con síndrome de Down en el norte del país que llegó a esta instancia en taekwondo.

 Mientras entrenaba, también se preocuparon porque aprendiera un oficio y egresó a fines de 2012 de maestro panadero después de tres años de estudio. Este año podrá explotar sus habilidades artísticas, ya que es un excelente dibujante, por lo que asistirá también a clases en la Escuela de Bellas Artes.

 El dolor fue cediendo de a poco para dar lugar a la alegría y al ver que cada paso es un gran logro, entendieron que Fernando podrá desarrollar al máximo sus capacidades y con esfuerzo y dedicación tendrá una vida llena de satisfacciones. Le encanta bailar, jugar en la computadora, escuchar música, tiene una memoria excelente y le gusta aprender. Le encanta hacer bromas y cuidar a sus hermanas menores.

 Durante años lucharon por una pensión por discapacidad, obra social para el joven y por una casa en el IPV, pero todo fue infructuoso. De todas formas no bajan los brazos “y golpearemos las puertas que sean necesarias”, aseguran.
Por Andrea Silvera
 

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