Fernando Calisaya tiene 25 años, padece síndrome de Down
y es un destacado taekwondista salteño que mediante la práctica de dicho deporte
logra la superación diaria.
Fernando Calisaya nació hace 25 años, un 31 de diciembre,
cuando todos se preparaban para celebrar un nuevo año. Ese día, ante la
expectativa familiar, Fernando vino al mundo con síndrome de Down.
Y así recuerdan
sus padres esa fecha, mientras miran y sonríen orgullosos de Fernando,
destacado deportista en taekwondo.
“Fue un gran golpe
al corazón y a la razón porque mi hijo no sería como los demás. Venía con algo
diferente y eso opacaba esa ilusión de los padres de tener un hijo perfecto,
bello, sano e inteligente”, explica el padre, José Calisaya, al recordar ese
día.
Teresa Albornoz,
de 43 años y ama de casa, y José, de 45, empleado temporario del Tabacal, se
enfrentaron entonces, con solo 18 y 20 años, al desafío de ser padres de un
niño especial en Orán, donde no existía la posibilidad de un centro de
estimulación ni los recursos económicos para viajar a la capital para un
tratamiento mejor.
“Dicen que cuando
nace un hijo nos cambia la vida. Cierto, pero cuando ese hijo nace con una
discapacidad es la vida la que lo cambia a uno”, asegura José.
Después de cinco
años el matrimonio se animó a tener más hijos y nacieron Dalma (20) y Aracely
(17).
Mientras tanto,
Fernando con casi 4 años ingresó a la escuela especial “Delia Taranto de
Cosso”, y allí fue hasta los 14, donde egresó y quedó fuera del sistema
educativo.
En la búsqueda de
insertarlo socialmente, los Calisaya se contactaron con el profesor de
taekwondo Miguel Burgos, quien aceptó el desafío de enseñarle esta disciplina.
Todos los días
José salía del trabajo a las 21 y lo llevaba al club a entrenar, lo esperaba
por dos horas y descubrió que este deporte era su pasión y que lo relacionaba
con el mundo.
La energía que le
puso Fernando y su familia, permitieron que haya alcanzado el cinturón negro,
presea muy anhelada por muchos en este deporte. Según los profesores es el
único joven con síndrome de Down en el norte del país que llegó a esta
instancia en taekwondo.
Mientras
entrenaba, también se preocuparon porque aprendiera un oficio y egresó a fines
de 2012 de maestro panadero después de tres años de estudio. Este año podrá
explotar sus habilidades artísticas, ya que es un excelente dibujante, por lo que
asistirá también a clases en la Escuela de Bellas Artes.
El dolor fue
cediendo de a poco para dar lugar a la alegría y al ver que cada paso es un
gran logro, entendieron que Fernando podrá desarrollar al máximo sus
capacidades y con esfuerzo y dedicación tendrá una vida llena de
satisfacciones. Le encanta bailar, jugar en la computadora, escuchar música,
tiene una memoria excelente y le gusta aprender. Le encanta hacer bromas y
cuidar a sus hermanas menores.
Durante años
lucharon por una pensión por discapacidad, obra social para el joven y por una
casa en el IPV, pero todo fue infructuoso. De todas formas no bajan los brazos
“y golpearemos las puertas que sean necesarias”, aseguran.
Por Andrea Silvera
No hay comentarios:
Publicar un comentario