Un
vestuario que estaba con todas las luces, con la felicidad que en cuatro días,
metieron dos triunfos consecutivos y mas el clásico contra Gimnasia y en su
reducto. El otro, caldeado y con mucha bronca por haber perdido, pero más fue
la euforia en contra del árbitro que según manifiestan algunos, perjudico en
los resultados.
Tras
estas dos caras de la moneda, los protagonistas dieron su versión de los hechos
y el primero fue el técnico antoniano, Iván Delfino que manifestó “fue un
partido duro, complicado como todos los encuentros del campeonato, mas en un
clásico. Planteamos un partido inteligente, con lo que se dio en cancha para mí
el resultado está bien, a pesar de que Gimnasia tuvo dominio de pelota no nos
inquieto, salvo las pelotas paradas, pero el resto fue de nosotros. Lo festeje
mucho, con gente muy especial, que están cerca de mí. Con la salida de Acosta,
el equipo no tuvo mucho movimiento o desequilibrio para el equipo, que es lo
que habíamos planificado desde un principio. Le encontré al equipo más decisión
en este partido, no la actitud como se decía, pero le faltaba decisión y así
nos fue”.
En el
otro vestuario, Víctor Riggio dio su versión con respecto a lo sucedido en el
clásico y la derrota de su equipo “el primer tiempo terminamos jugando mejor,
el segundo tiempo fue un partido mal, se noto el cansancio en los dos equipos
pero un partido, como se dio en el complemento no era para perderlo, eso es la
verdad. Ya no había situaciones como para decir que cualquiera de los dos se
lleven el partido, pero pasan estas cosas, a nosotros nos toco perder un
clásico con un tiro libre, un infortunio, pero si nos ponemos analizar,
no hubo un ganador del juego. Nosotros no pudimos hacer el juego del segundo
tiempo que demostramos en Tucumán, pero creo que algunos muchachos acusaron el
cansancio. De ahora en más, la idea es consolidarnos en la punta, sacar un
colchón de puntos de importantes y prepararnos para la final, no es que
merecimos perderlo, pero tampoco digo que pudimos llevarnos un triunfo, pero
sinceramente ninguna de los dos merecía ganar.
Por. José Saltos.
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